====== Galería de personajes siniestros: Joseph Mengele ======
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* [[Galería de personajes siniestros]]
La Historia pone casi siempre a las personas en el lugar que les corresponde. Cuando todos los que nos conocen hayan muerto, será el frío análisis histórico el que ponga en la balanza las buenas y las malas obras, para decidir quién fue el héroe y quién el villano. Mientras tanto, los que somos hijos de una época tenderemos a juzgarla a ella y a sus protagonistas bajo el prisma de nuestros sentimientos.
Pero para algunos personajes no es necesario esperar tanto. El siglo XX ha sido pródigo en personajes monstruosos que sólo han sabido aportar muerte y destrucción, que no resisten ni el más benevolente de los juicios morales. De entre ellos sobresale como ninguno el personaje que hoy traigo a esta página: el doctor Joseph Mengele.
Se diría que las dictaduras necesitan de este tipo de personajes siniestros para que les hagan el trabajo sucio. En este caso, la Alemania nazi necesitó un verdadero ejército de personajes siniestros para llevar a cabo su macabro plan de exterminio de las minorías étnicas de Europa; un ejército de monstruos que, en muchos casos, terminaron sus días apaciblemente tomando el sol en las playas de Sudamérica o en la Costa del Sol española. También éste fue el caso de nuestro personaje de hoy. Como curiosidad, Mengele comparte apodo con el primer personaje siniestro de la serie, Alfredo Astiz: «El Ángel de la Muerte», si bien el despreciable Astiz no llegaba en monstruosidad ni a las suelas de los zapatos de Mengele. Digamos que, en cuestión de genocidios, Astiz jugaba en Tercera Regional, mientras Mengele es el indiscutible ganador de la Champions League de los monstruos.
El mundo tuvo la desgracia de recibir a Joseph Mengele el 16 de marzo de 1911. Nacido en una acaudalada familia de la burguesía alemana, Joseph estudió medicina en las mejores facultades de Alemania, mientras papá Mengele iba tomando contacto con la élite del Partido Nazi, incluso invitando a Hitler a su propia casa. Así Joseph se vio rápidamente introducido en el centro de lo que, con el tiempo, se iba a convertir en la maquinaria del poder en Alemania. Sus ideas ayudaban, porque ya desde muy joven fue un racista y un nazi convencido, muy predispuesto para la labor que iba a llevar a cabo.
Lo más curioso es que Joseph participó en los combates del Frente Ruso durante la Segunda Guerra Mundial, incluso siendo herido en uno de ellos, y no comenzó su trabajo como médico en los campos de exterminio hasta 1943, cuando Alemania había ya empezado el lento retroceso que le conduciría a la derrota final. En este año, 1943, Joseph Mengele ingresó como oficial médico en el campo Auschwitz-Birkenau, que pasó a la Historia con el nombre de Auschwitz.
[{{ :richard_baer_josef_mengele_rudolf_hoess_auschwitz._album_hoecker.jpg?400 |De izquierda a derecha, Richard Baer (comandante de Auschwitz), Joseph Mengele y Rudolf Hoss (también comandante del mismo campo de exterminio. La parada de los monstruos, vamos.}}]
No voy a relatar los experimentos a los que este villano sometió durante 22 meses a los prisioneros, porque de nada sirven ni a la ciencia ni a la memoria. Baste decir que este individuo cometió las atrocidades más indecibles con todo tipo de personas, ya fueran hombres, mujeres, niños, ancianos, y que casi todas estas prácticas terminaban con la muerte del infeliz sujeto de la experimentación. También seleccionó personalmente a miles de personas para que fueran conducidas a las cámaras de gas y a los hornos crematorios del campo de exterminio. Incluso en el caso de que Mengele hubiera sido detenido y juzgado por sus crímenes, ningún castigo conocido podría estar en proporción a los crímenes que cometió.
Pero no. El destino de Mengele no sería sentarse en los banquillos de los acusados de Nuremberg. //El Ángel de la Muerte// escapó de la debacle nazi de 1945 gracias a una identidad falsa y, presumiblemente, a su buena red de contactos en Alemania. Europa no era un lugar seguro para él, así que se desplazó a Sudamérica, donde residió en Paraguay, Uruguay, Argentina y Brasil, siempre amparado por los regímenes totalitarios o de extrema derecha imperantes, que le protegieron de la persecución internacional encabezada por el cazador de nazis Simon Wiesenthal. Ni siquiera el Mossad, el temido servicio de inteligencia israelí, fue capaz de echarle el guante.
Finalmente, el mundo se libró de tan despreciable ser cuando en febrero de 1979 le dio un ictus mientras nadaba en el mar. En fin, un nazi muerto que no acabó como abono para nuestro huerto.
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